(“¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”

[Juan_1:46]). El Señor Jesús fue conocido como “el hijo del carpintero” (Mateo_13:55; Mar_6:3)



Free Shoutcast HostingRadio Stream Hosting

martes, 1 de abril de 2014

Desde la sombra (E55). Barack Obama: Los puntos oscuros

20

El destino de Satanás
Apo_20:1-10

   EN JUNIO DE 1967 estalló la guerra entre los israelíes y los árabes. A causa de su significado bíblico seguimos atentamente los acontecimientos día tras día. De acuerdo con los informes que procedían de El Cairo, parecía que los israelitas estaban sufriendo una terrible derrota, ya que informe tras informe nos contaba cuántos aviones israelitas habían sido destruidos, cuántos tanques habían perdido y cuánto habían avanzado los egipcios en territorio israelí. Los informes predecían que las tropas de Egipto se hallarían en Tel-Aviv esa misma noche. La guerra prosiguió aún algunos días más, mientras Egipto seguía afirmando sus victorias y anunciando sus triunfos. Lo que no se supo hasta que las hostilidades cesaron es que Israel había obtenido una victoria completa en las dos primeras horas de lucha al destruir la aviación y los aeropuertos de los Estados árabes vecinos. Pero los árabes continuaron luchando, aun cuando sabían que habían sido derrotados.
   El saber que uno ha sido vencido no impide seguir luchando. Y el hecho de que Satanás ha sido derrotado, su sentencia pronunciada y su destino dispuesto no le impide luchar contra Dios, contra el Hijo de Dios y contra los creyentes. El curso de esta guerra nos ha sido revelado en las Escrituras.
   La Palabra de Dios nos proporciona amplios detalles con respecto al destino de Satanás. En este capítulo estudiaremos los pasajes de las Escrituras que revelan la ejecución de la sentencia que fue dictada de antemano por Dios y por Jesucristo. Ya en el capítulo 12 de Juan nuestro Señor anunció a los discípulos la certeza de su victoria, y en revelación profética manifestó que Satanás es un enemigo derrotado. Luego de haber hablado de su muerte en la cruz, asemejando esa muerte a un grano de trigo que cae a la tierra y muere para poder producir una gran cosecha, nuestro Señor dijo: «Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.» Nuestro Señor, quien acababa de hablar de su muerte, se refirió luego a su resurrección. Cuando dijo: «Y yo, si fuere levantado de la tierra», no se estaba refiriendo a la cruz sobre la cual fue levantado para morir. Estaba hablando de la resurrección en la cual Jesucristo, mediante el Espíritu de Dios, sería levantado del sepulcro, sobre el poder de la muerte y el poder de Satanás, y exaltado a la diestra de Dios. Y El prometió que cuando fuera levantado habría de atraer a todos a sí. Nuestro Señor dice que atraerá a sí aún a individuos que han sido atraídos por Satanás, pues El es vencedor sobre el diablo. La resurrección es la prueba de su victoria. En el versículo 31, nuestro Señor anunció el juicio que sería dictaminado sobre Satanás en la cruz: «Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.» La cruz constituyó el juicio de Dios sobre el pecando.
   La muerte de Cristo fue el medie, y la cruz de Cristo fue el lugar en que se dictó sentencia contra Satanás. El adversario, quien había «comenzado su rebelión contra Dios antes de la creación de este mundo, tuvo que comparecer ante «el tribunal de justicia. Mediante su muerte y resurrección Jesucristo dictó sentencia contra el adversario de Dios. Dios, quien tuvo que resolver el problema del pecado enviando a su Hijo a la muerte, tuvo que resolver también el problema del autor del pecado. El Dios que nos libró del juicio juzgando a otro, quitó el adversario de nuestra alma para siempre, echándolo para siempre de la presencia de Dios. Los escritores del Nuevo Testamento se refieren con frecuencia al juicio que fue pronunciado sobre Satanás y sus huestes en la cruz.
   Leemos en la epístola de Jue_1:6: «Ya los ángeles que no guardaron su dignidad [los seres creados que habían sido siervos de Dios pero que se rebelaron contra El junto con Satanás y se unieron al diablo en su rebelión], sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día.» La sentencia ha sido dictada, y quienes secundaron a Satanás en su rebelión están ya condenados. La condena ha sido dispuesta y Dios aguarda el día de la ejecución del juicio que ha sido fijado.
   Pedro se refiere a este mismo juicio en 2Pe_2:4: «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron [los ángeles caídos], sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio...» El hecho de que Dios juzgó a los ángeles es utilizado por Pedro para apoyar el hecho de que  El habrá de juzgar a los hombres que se rebelan contra Dios. Pedro observa un juicio ya predeterminado, pero cuyo momento de ejecución es aún futuro.
   Encontramos un testimonio de este hecho en la respuesta de los demonios a nuestro Señor. Se relata en Mateo 8:28 que cuando Cristo llegó a la tierra de los gadarenos, luego de haber cruzado el mar de Galilea, «vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino». Observa ahora en el versículo 29 la respuesta involuntaria de los demonios al Señor Jesucristo: «Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros [o, para traducirlo más literalmente: ¿Qué tenemos en común?], Jesús, Hijo de Dios? ¿ Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?» Estos demonios reconocieron que estaban condenados. También reconocieron que Jesucristo es el juez y que será por la Palabra de su boca que una condena predeterminada les será aplicada y que la sentencia dictada será ejecutada. También sabían algo acerca del programa de Dios y del momento en que esto sucederá, porque cuando Jesucristo venga a esta tierra para reinar, la primera demostración de su autoridad soberana sobre la tierra será atar a Satanás y quitarlo de esta esfera. Sabían entonces que su juicio coincide con la venida de Cristo para reinar. Ya que Jesucristo fue rechazado por Israel en su primera venida, fueron lo suficientemente despiertos para deducir que el momento de su juicio aún no había llegado, a pesar de que el juez se hallaba presente. De modo que se dirigieron a Cristo confesando que El es el juez, confesando que estaban condenados, y reconociendo que vendrá el día cuando El habrá de ejecutar la sentencia ya dictada contra ellos.
   En el capítulo veinte del Apocalipsis hay una descripción de la primera fase de la ejecución del juicio previamente determinado. Leemos en Apo_19:11-16 acerca de la segunda venida de Jesucristo a la tierra, en que vendrá como vencedor cabalgando sobre un caballo blanco. Lleva escrito el nombre REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Luego de someter a las naciones que se han rebelado contra El en su segunda venida (Apo_19:15), leemos en Apo_20:1: «Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años.» Tomamos este acontecimiento al pie de la letra.
   La oposición de Satanás ha evitado el reinado del Señor Jesucristo sobre esta tierra y la instauración del reino de Dios sobre la tierra. Cuando los profetas ofrecieron un Mesías a Israel, el diablo puso falsos profetas en movimiento para negar el mensaje de los profetas de Dios y apartar a Israel. Cuando Jesucristo vino para ofrecerse a Israel como Mesías, fue Satanás quien incitó a los líderes religiosos a oponerse a El y persuadió al pueblo de que El era un impostor endemoniado y blasfemo. Fue así como aquel pueblo secundó la oposición del diablo y rechazó a Jesucristo.
   Hasta que Jesucristo venga a esta tierra por segunda vez y ate a Satanás, quitándolo de en medio, no será posible que el Señor instaure un reinado de justicia sobre esta tierra. Los hombres tienen una naturaleza caída y pecaminosa. El diablo aún puede engañar a los hombres, incluso a los santos de Dios. Satanás puede desviar a los hombres del camino de la obediencia a Dios, distorsionar sus afectos y apartarlos del amor de Dios, y puede cegar sus mentes a la verdad divina. El diablo trabaja activamente en esta obra de engaño para impedir el reinado físico y literal de Jesucristo sobre esta tierra en la época futura que conocemos como el Milenio. De modo que cuando Jesucristo venga a cumplir el propósito y el programa de Dios de establecer el trono de David y reinar como el Hijo de David de un mar hasta el otro y de costa a costa, será necesario quitar de en medio a nuestro adversario, el diablo, de este escenario terrenal. Y Cristo lo hará literalmente, atándolo y encerrándolo en el abismo, a fin de que no pueda engañar a las naciones durante el reinado terrenal de nuestro Señor. Esta tierra habrá de experimentar un reinado de justicia.
   La acción de atar a Satanás constituirá una señal para todo el cielo y toda la tierra de que Jesucristo es realmente Rey de reyes y Señor de señores. Dios ha autenticado a Jesucristo como el Hijo de Dios mediante la resurrección de los muertos. La resurrección es para nosotros una evidencia de que Jesucristo es Salvador y Señor. Pero Dios habrá de brindar otra demostración de la autoridad de Cristo en su segunda venida. Esa demostración será atar y quitar de en medio al diablo. La inmensa mayoría de los milagros relatados en los evangelios fueron efectuados en la esfera demoníaca, milagros que se relacionaron con la liberación de personas que estaban ciegas, sordas o mudas por haber sido poseídas por los demonios de Satanás. Ello fue una evidencia para el pueblo de Israel de que la autoridad de Cristo era superior a la autoridad del diablo, ya que Cristo podía entrar al dominio satánico y libertar a los que estaban en esclavitud. Ello fue un cuadro de lo que Cristo hará cuando venga por segunda vez para reinar.
   Concluimos que no sólo Satanás será quitado de en medio sino también todos los demonios que le sirven, a fin de que por primera vez desde la caída de Adán el mundo se halle sin influencias demoníacas. Y la razón por la cual la tierra podrá florecer como una rosa es que ella no estará plagada por la cizaña del diablo. La razón por la cual los hombres podrán vivir en rectitud, justicia y paz será que los habitantes no estarán plagados por las mentiras de Satanás. Jesucristo reinará como Rey de reyes y Señor de señores de mar a mar y de costa a costa por haber atado al diablo.
   Pero éste es tan sólo el primer paso hacia el destino final de Satanás. Leemos en Apo_20:3 que luego de mil años Satanás debe ser soltado por un poco de tiempo. Luego se describe la actividad del diablo en ese breve período durante el cual habrá de ser soltado (Apo_20:7-9). La tierra, cuya población habrá sido diezmada por las guerras de la Tribulación, habrá de experimentar una gran explosión demográfica durante el milenio. Pero quienes nazcan en el milenio habrán de nacer con la naturaleza caída y pecaminosa heredada de sus padres. El milenio no es el cielo. La naturaleza pecaminosa no habrá sido erradicada de quienes viven en él. La gente entrará en este reinado terrenal con una naturaleza caída y pecaminosa y sus hijos habrán de nacer con la misma naturaleza caída. Y necesitarán ser salvados.
   El Evangelio habrá de ser proclamado a lo largo y a lo ancho de la tierra, y Cristo será presentado como el Salvador. Los hombres podrán contemplar a quien fue traspasado por los pecados del mundo, y multitudes llegarán a conocer al Señor por medio del ministerio de los evangelistas de Dios, el pueblo de Israel, quienes publicarán entonces las buenas nuevas de salvación en Cristo.
   Habrá muchos pequeños rebeldes que crecerán y se transformarán en mayores rebeldes. Pero sabrán que rebelarse contra la autoridad del rey es buscar la muerte, porque Cristo quitará de en medio inmediatamente a todo aquel que se rebele contra El y lo juzgará con la muerte física. De modo que habrá multitudes que por falta de condiciones propicias y a causa de su temor a la pena de muerte fingirán someterse al rey, aunque sus corazones sean rebeldes. No habrá oportunidad para rebelarse. De modo que a fin de separar los salvos de los perdidos, a fin de separar a quienes se someten a Cristo de los rebeldes, se abrirá la puerta del abismo y Satanás será soltado. El diablo saldrá para hacer lo que estará impedido de hacer durante los mil años del reinado terrenal de Cristo. Saldrá a engañar a las naciones e intentar nuevamente lo que hizo antes con tanto éxito. Satanás repetirá su pecado anterior y saldrá a engañar a las naciones ofreciéndose como rey y prometiendo que si le siguen habrá de librarlas de la obligación de someterse a Jesucristo. Y quienes habrán sido rebeldes contra Jesucristo tendrán por primera vez la oportunidad de participar en la rebelión contra El. Se reunirán alrededor del que se complacen en reconocer como señor y maestro, confiando que podrá librarlos del juicio, destronando al juez que reina, al Señor Jesucristo.
   Luego de esta ráfaga de actividad, leemos en el versículo 10 el destino de Satanás. «Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.» Satanás, junto con todos los ángeles que lo secundaron en su primera rebelión contra Dios y todos los rebeldes incrédulos que hayan vivido durante el milenio, serán expulsados sumariamente de la presencia de Dios y lanzados al lago de fuego y azufre, donde serán atormentados día y noche por toda la eternidad.
   Nuestro Señor se refirió frecuentemente al destino del diablo. Señaló que Satanás está destinado a un lago de fuego y azufre. Cristo enseñó que este lago era un lugar real al cual serán enviados los perdidos. Habló de la intensidad del sufrimiento de quienes se hallan en él. También destacó el hecho de la perdición eterna de quienes se hallan separados de Dios y bajo juicio divino. Nuestro Señor, Aquel en quien pensamos tan frecuentemente como el apacible Jesús, habló más que cualquier otro del castigo eterno, reveló el destino del diablo, y advirtió a los individuos que no debían participar de ese destino.
   Muchas personas ponen en tela de juicio el carácter eterno del lago de fuego. Cuando hablamos de fuego pensamos en la combustión y en la destrucción del material combustible. Por lo tanto, resulta inconcebible que hubiera suficiente material combustible en el universo para alimentar un fuego eterno. De modo que algunos se consuelan calculando cuánto tiempo demandaría quemar todo el material en el universo, y llegan a la conclusión de que una vez que se haya consumido todo este material los fuegos del infierno se apagarán y ellos serán relevados del castigo eterno.
   Existe un fenómeno acerca del cual los astrónomos saben muy poco, un fenómeno que los desconcierta: se trata de las diminutas estrellas blancas. Estos son cuerpos celestes que han experimentado algún tipo de contracción por medio de la cual la sustancia material de dichos cuerpos ha sido comprimida en tal forma que una cantidad de material del tamaño de un dedo pulgar pesaría varias toneladas. La compresión de esta materia en un espacio tan reducido ha creado un calor intenso. La compresión causa la expansión; cuanto mayor la expansión, tanto mayor es el calor; y el calor invierte el proceso y causa la contracción. La materia en estas diminutas estrellas blancas no puede enfriarse jamás, porque la compresión causa la expansión, la expansión genera calor, y éste a su vez produce la contracción. Los astrónomos dicen que estas diminutas estrellas blancas se hallan en un estado permanente en el cual —a causa de la presión— todos los gases se han convertido en líquidos y toda la materia ha sido reducida a un estado fundido que nunca podrá cambiar. El astrónomo nos habla entonces de la existencia de cuerpos celestes que de acuerdo con sus cálculos son verdaderos lagos de fuego que nunca podrán enfriarse.
   No sabemos si uno de ellos será el lugar reservado para el confinamiento de Satanás y sus ángeles por toda la eternidad, pero lo que sí sabemos es que el astrónomo certifica la veracidad de lo que dijo nuestro Señor, que Dios ha preparado un lugar para el diablo y sus ángeles, donde no sólo habrán de sufrir físicamente a causa del medio ambiente, sino mucho más aún: sufrirán mentalmente y físicamente por lo que podrían haber sido. Sería inconcebible que un ángel en el lago de fuego no recuerde el privilegio que tenía antes de prestar atención a la seducción de Lucifer y seguirle en su rebelión. Ciertamente clamará en medio del tormento: «¡Ojalá no hubiese hecho caso a aquella tentación, ojalá no hubiese cometido ese pecado, siguiendo a Lucifer en su rebelión contra Dios! Podría estar hoy sirviendo en la presencia del Dios del universo.» Aun los que estén en el infierno habrán de confesar que Jesucristo es Señor, que es soberano, que tiene el derecho de ser obedecido, y renunciarán a todas las pretensiones de soberanía que Satanás ha hecho. Mas ¡ay!, será demasiado tarde.
   Nuestro Señor advirtió que habrá quienes estarán con Satanás en ese lugar preparado para él y sus ángeles. Esta tierra fue creada para ser la morada del hombre. El lago de fuego fue creado para ser la morada de Satanás y de sus ángeles, que ya se habían rebelado contra Dios antes que el hombre fuese creado. Cuando Adán se rebeló, su destino cambió: perdió el derecho a estar en la presencia de Dios, se unió con Satanás y compartió su destino, el lago de fuego preparado para el diablo y sus ángeles. Dios en su gracia infinita proveyó un sacrificio para Adán, y Dios ha provisto por medio de Jesucristo un sacrificio para todos los hijos de Adán que, a causa del pecado de su primer padre, están destinados al lago de fuego para ser separados eternamente de Dios. Mediante su muerte, Jesucristo ha hecho posible el perdón de los pecados; ha provisto una nueva morada (la casa del Padre); ha provisto un nuevo destino (la presencia del Padre); y ha provisto la luz del rostro del Padre para que sea nuestra luz, en lugar de la luz del lago de fuego eterno. El lago de fuego no fue preparado para ningún ser humano. Se transforma en su destino porque los hombres se unen a Satanás en su rebelión. No es necesario que el lago de fuego sea tu destino, porque Jesucristo vino para llevarte a Dios, ofreciéndose a sí mismo como sacrificio por el pecado del mundo. Ninguna salvación fue provista para los ángeles, ya que quienes pecaron con Satanás fueron destinados al lago de fuego, sin esperanza o promesa alguna de salvación. Pero Dios en su gracia te ofrece la salvación. Tú debes decidir: ¿El cielo, o el lago de fuego? ¿Jesucristo, o Satanás?
   El apóstol Pablo, al describir la gloria que pertenece a Cristo Jesús, nos recuerda que cuando El fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, «Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre». (Flp_2:9-11.) En los días interminables de la eternidad ninguna voz se alzará contra la autoridad absoluta del Señor Jesucristo. Todo el cielo lo confesará como Señor y Salvador glorificado. Los ángeles no caídos lo adorarán y servirán. Aun los que fueron expulsados de su presencia confesarán que el rey que amaron y sirvieron fue un impostor y engañador, y que Jesucristo era el verdadero Señor.
   Nadie se rebelará contra su voluntad, porque todos los que estén en el cielo reconocerán su autoridad y se inclinarán en obediencia a El. Ningún otro señor demandará sumisión, porque Jesucristo gobernará como Señor eternamente. A El sean la gloria y el honor, el dominio y la majestad, el amor y la alabanza, por los siglos de los siglos.

Desde la sombra: Las logias masónicas. Una fantasmagoría viva (E46)

Apo 20:1  Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

Apo 20:2  Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 
Apo 20:3  y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. 
Apo 20:4  Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 
Apo 20:5  Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 
Apo 20:6  Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. 
Apo 20:7  Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 
Apo 20:8  y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. 
Apo 20:9  Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. 
Apo 20:10  Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. 
Apo 20:11  Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 
Apo 20:12  Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 
Apo 20:13  Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 
Apo 20:14  Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 
Apo 20:15  Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. 

Las lunas rojas profeticas coinciden con las fiestas hebreas (subtitulos...

Luc 21:11  y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.

Luc 21:12  Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.